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La contrarreloj perfecta

Yo era un niño y ya daba mis pedaladas al son de Miguelón. Aquel caluroso 11 de julio de 1994, un español y su maillot de Banesto volaron.

Una tarde histórica

Era un día más , de un verano en lo que la preocupación de un niño era jugar al fútbol y ver el Tour. Aquel día, todo se antojaba para que Induráin diera una exhibición después de la desilusión de la crono del Giro de ese año. Tony Rominger, ganador de la Vuelta a España meses antes, era el gran favorito para ese Tour. El suizo enseguida vio frustradas sus ilusiones. Recuerdo el radiante sol que hacía y parece que se contagió en el casco de Induráin que deslumbraba. Le hicieron la cuenta atrás y comenzó el rodillo. Miguel no parecía ir rápido, nadie podía imaginar el acontecimiento posterior. En el punto intermedio del kilometro 15 ya superaba al suizo Rominger en casi un minuto. El comentarista Ramón Pizarro, que tantas exhibiciones había narrado del navarro no podía dar crédito. Un Joven Lance Armstrong, campeón del mundo un año antes vio pasar como una exhalación a Miguel. Todos los españoles en ese momento nos subimos en su bici y doblamos a Armand de las Cuevas. El ciclista francés era un especialista consumado en la lucha contra el crono. Carlos de Andrés que ya empezaba a narrar ciclismo no podía creer de lo estaba viendo. Rominger tuvo un pinchazo, aquello fue la puntilla a un esfuerzo frustrado. «Esa estampa de campeón» narraba el entusiasmado Ramón Pizarro. Las piernas de Miguel Induráin llegaban brillando a meta con su letrero en el coche. El calor era sofocante pero ningún español se quejo ese día. El Navarro llegó a la meta y parecía que podía haber seguido pedaleando. Rominger con una gran crono se colocó a dos minutos. Tony, días después en Hautacam perdió todas sus opciones en ese Tour. Todos sabemos que el suizo, en el momento que pinchó en la crono su mente ya estaba en otra carrera.

Indurain pasando a Armstrong . Bergerac

La clasificación de etapa fue humillante para los rivales : 2:00 a Toni Rominger, 4:22 a De las Cuevas, 5:27 a Chris Boardman, 6:04 a Ugrumov , 8:04 a Chiappucci, 9:03 a Zülle, 10:37 a Bugno y 10:59 a Pantani eran las escalofriantes diferencias de Big Mig. Rodó a 50,539 km/h durante los 64 kilómetros de la crono Perigueux-Bergerac, a casi 40 grados. «Han sido unas diferencias escandalosas», dijo Eusebio Unzué entusiasmado. Los periódicos franceses le denominaron Tirano de Bergerac,  en honor al narigudo poeta Cyrano. Eso solo eran las estadísticas y circunstancias de la carrera….

Realmente aquella tarde lo que se vio era algo insólito. Todos volamos en esa bici. Todos pasamos a Armstrong y Armand de las Cuevas. Todos éramos los engranajes de esa bicicleta. Todos fuimos esos dientes rechinados de Miguel. Todos fuimos Ramón Pizarro y Carlos de Andrés ese día. Todos ganamos esa etapa. Todos ganamos ese Tour. Todos fuimos ese dorsal número 1. Hasta incluso Rominger, ganó ese día siendo testigo histórico de la gesta.

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